2nd PhD Summer School on “Economic Foundations for Energy and Climate Policies”

Madrid, September 6-10, 2021

After the great success of the first edition, Universidad Carlos III, DIW Berlin, EUI-Florence School of Regulation, Technical University Berlin, Universidad Autónoma de Madrid, University College London and Université Libre de Bruxelles are happy to announce the second edition of the PhD Summer School on “Economic Foundations for Energy and Climate Policies”

Deadline to apply: April 30, 2021 APPLY HERE

The Summer School will be held on September 6-10, 2021 at Universidad Carlos III de Madrid (Downtown campus)

Objectives

The main objective of the School is to provide PhD students in Economics with high-level academic training on the micro-economic foundations of energy and climate policies. The School is also aimed at supporting the development of a PhD-student network for students interested in the topic, and connect them with top academics in the field.

Confirmed instructors and topics

Stefan Ambec (Toulouse School of Economics): “’The Challenges of Intermittent Renewables’”

Estelle Cantillon (Université Libre de Bruxelles): “Design and Development of the EU ETS”

Juan Pablo Montero (Pontificia Universidad Católica de Chile): “Environmental Regulation and the Transport Sector”, and “The Design of Environmental Instruments”

Ulrich Wagner (University of Mannheim): “The Effects of Climate Policy”

Format and regulations of the school

– The school will be organized in seven sessions of teaching by prominent academics, two sessions with policy makers, and two sessions for students’ research presentations.

– The teaching will be of a ‘learning by doing’ style based on instructors’ papers that are considered frontier in the field, where students can see applications of methodologies/models that they have previously learned.

– Accepted applicants will be sent papers in advance for preparation for the School.

– There will be two students’ research presentation sessions. Accepted applicants will have short slots to present their research (or research proposal).

– Attendance to the School will be certified (pass/fail). Applicants are invited to check with the course organizer at their institution if they can get credit for their course work.

– Incomplete or late applications will not be considered.

– Accepted applicants must attend the School for its entire duration.

– Accepted applicants must be proficient in English.

Application instructions

The Summer School is targeted to PhD students in Economics. Selection will be based on a motivation letter and CV.

Mandatory documents (to be uploaded as a single pdf file) are:

– curriculum vitae

– a motivation letter (max 1 page)

– if you want to present your ongoing research, a short abstract (300 words max) describing it. Please note there will a limited number of short slots (8-10 min each)

The deadline for applications is 30 April 2020. Please apply through THIS LINK and send the mandatory documents to energyecolab@gmail.com (subject: 2021 Summer School)

Costs

The School will be free of charge for students. If needed, there is a small number of grants to cover for travel and accommodation.

Important dates

30 April 2021: Deadline for applications

15 May 2021: Acceptance notifications

15 July 2021: Papers are sent in preparation for the School

6– 10 September 2021: Summer School

If you need further information, please contact Andrés Pandiella (Universidad Carlos III) at mailto:pandielladominique@gmail.com

Local Committee: Natalia Fabra and Carmen Arguedas

The Organizers: Carmen Arguedas, Simone Borghesi, Estelle Cantillon, Olga Chiappinelli, Natalia Fabra, Michael Grubb and Karsten Neuhoff

Diálogos Humanísticos UPF: “Oportunidades económicas y sociales ante la crisis climática” Natalia Fabra y Humberto Llavador

Es imprescindible transformar nuestra economía y nuestra sociedad si no queremos pagar las graves consecuencias de un cambio climático que afectará tanto a nuestras vidas como a las de nuestros descendientes. Pero, ¿es posible la transición hacia una sociedad sin emisiones? ¿Tienen la tecnología y los instrumentos económicos para durar a tiempo? ¿Es necesario reducir, o podemos separar el crecimiento de la generación de emisiones? ¿Qué papel juegan o pueden jugar la regulación, la redistribución y otras medidas de política económica?

En este seminario Natalia y Humberto conversan sobre la posibilidad de crear una sociedad en la que veamos mejor las consecuencias del cambio climático y la desigualdad. Sabiendo que los cambios no se producen de manera espontánea, reflexionan sobre los retos y las oportunidades que nos brinda esta nueva década.

Sesión de los seminarios (videoDiàlegs Humanístics UPF impartida por  Natalia Fabra y Humberto Llavador el 23 de febrero de 2021

El Green Deal Europeo, la Recuperación y las Ayudas de Estado

A raíz de la aprobación del Pacto Verde Europeo (Green Deal) y del Fondo de Recuperación y Resiliencia, se  ha abierto en el seno de la Unión Europea un debate importante en cuanto a la conveniencia, o no, de modificar las nomas de defensa de la competencia con el fin de apoyar la transición hacia economías bajas en carbono. Este debate abarca todas las áreas de la política de defensa de la competencia: acuerdos restrictivos de la competencia, control de fusiones y ayudas de Estado (véase la conferencia que en torno a esta cuestión celebró la Dirección General de Competencia hace pocos días). Entre ellas, la discusión en torno a la normativa sobre ayudas de Estado adquiere particular relevancia dado que la mayor parte de las inversiones del Green-Deal implicarán ayudas del Estado, desde las inversiones en eficiencia energética hasta las de movilidad sostenible, por citar sólo dos de ellas. A su vez, el 37% del Fondo de Recuperación y Resiliencia deberá dedicarse a la agenda sobre clima y energía. ¿Debería de desligarse la normativa sobre ayudas de Estado de la política medio ambiental, o pueden por el contrario explotarse las complementariedades entre ambas políticas?

En mi opinión, el control de las ayudas de Estado puede y debe desempeñar un papel fundamental en la transición energética. La cantidad de fondos públicos que se asignarán para estos fines será muy significativa, la mayor en la historia de Europa, por lo que resulta crucial que la asignación de los fondos se haga correctamente, asegurando que las ayudas no distorsionen la competencia y el comercio entre los Estados miembros al tiempo que se garantiza que se da el mejor uso posible a los fondos públicos. Los recursos públicos son limitados y, por tanto, costosos. Asignarlos a las actividades equivocadas o permitir que se disipen en forma de rentas tendría un alto coste de oportunidad.

Para garantizar que los fondos públicos se utilizan de forma eficiente, es conveniente, siempre que sea posible, asignarlos a través de mecanismos competitivos. Las ventajas de la competencia son bien conocidas. A través de la competencia, se incita a los productores a reducir sus costes así como a trasladar sus menores costes a los consumidores en forma de menores precios. Con este fin, las normas sobre ayudas de Estado pueden resultar muy eficaces, tal y como se ha visto en el pasado. En concreto, parte de su éxito se ha derivado de la exigencia, contenida en las Directrices sobre ayudas de Estado en materia de protección del medio ambiente y energía 2014-2020 (EEAG), de recurrir a licitaciones competitivas para la concesión de fondos a la promoción de las energías renovables. La experiencia ha sido muy positiva: entre otros casos de éxito, el mes pasado en España, la nueva subasta de renovables dio lugar a precios de 25€/MWh para las nuevas instalaciones solares y eólicas, muy por debajo de los precios actuales de la electricidad en el mercado mayorista. Este logro de las normas sobre ayudas de Estado puede resultar muy útil a medida que avancemos en la transición energética.

Pero si nos vamos a guiar por un conjunto de normas – las EEAG están siendo revisadas actualmente- es importante que las redactemos bien. De lo contrario, se corre el riesgo de que la transición energética acabe siendo ineficientemente cara. Muchos de los aspectos de las directrices actuales son positivos, pero otros… no tanto. En concreto, las EEAG hacen demasiado hincapié en la eficiencia de la neutralidad tecnológica, lo que puede resultar costoso. Como es bien sabido, la neutralidad tecnológica es eficaz para seleccionar los proyectos de menor coste (al menos si se obvian las economías de aprendizaje), pero genera rentas excesivas para las tecnologías de bajo coste. Teniendo en cuenta que los fondos públicos son costosos, cuando se generan rentas excesivas, también se está incurriendo en ineficiencias.

¿De qué depende el trade-off entre los objetivos de maximizar la eficiencia y de minimizar las rentas excesivas? Ésta es una pregunta a la que intentamos dar respuesta en nuestro proyecto de investigación, “Technology-neutral versus technology-specific procurement” (con Juan Pablo Montero). Mostramos que un factor crítico en este trade-off es el grado de asimetrías existentes entre las tecnologías. Si esas tecnologías son muy diferentes entre sí, por ejemplo, si al hidrógeno se le hace competir contra las baterías eléctricas, o a la gestión activa de la demanda contra la biomasa, la neutralidad tecnológica puede dar lugar a rentas excesivas, neutralizando cualquier beneficio que sobre la eficiencia pueda tener la neutralidad tecnológica. Por tanto, la conveniencia de confiar o no en el principio de neutralidad tecnológica debería ser evaluado caso por caso, en lugar de imponerse como requisito, independientemente de la naturaleza de los bienes o servicios de los que se trate. Esto es sólo una llamada de atención sobre la importancia de las futuras directrices. El control de las ayudas de Estado puede ser un poderoso libro de reglas siempre que se confíe en las normas adecuadas.

Ya he destacado antes el valor añadido que puede tener el control de las ayudas de Estado como palanca para el uso de mecanismos competitivos. Y esto mismo podría también extenderse al Fondo de Recuperación. No olvidemos que, para que sea duradera, la recuperación debe de ser eficiente.

La normativa sobre ayudas de Estado aplica plenamente a las asignación de los fondos europeos. Por ello, la Comisión podría exigir a los Estados miembros a que asignen, siempre que sea posible, los recursos del Fondo de Recuperación a través de mecanismos competitivos. Téngase en cuenta que el grado de información asimétrica sobre los costes de los proyectos es elevado, por lo que el uso de mecanismos competitivos será fundamental no sólo para seleccionar a las empresas que mejor los puedan llevar a cabo, sino también para evitar compensaciones excesivas. Exigir la “adicionalidad” de los proyectos también será importante para evitar el uso de fondos públicos en proyectos que se hubieran realizado de todos modos. Los Estados miembros tienen prisa por inyectar los recursos europeos en sus economías, y están preocupados por su capacidad de absorción de la totalidad de los fondos. Que las prisas no nos hagan pasar por alto estas cuestiones tan importantes.

Más allá del papel de las ayudas Estado en la promoción del uso de mecanismos competitivos, sería conveniente que las ayudas Estado vinieran acompañadas de algún tipo de condicionalidad verde, en línea con la condicionalidad verde que ya incorpora el Fondo de Recuperación y Resiliencia. Resulta contradictorio que, por un lado, Europa establezca objetivos medioambientales ambiciosos y, por otro, permita a los Estados miembros conceder ayudas que contravengan estos objetivos. La razón de ser del control de las ayudas de Estado es impedir que los Estados miembros concedan ayudas que provoquen ineficiencias, tales como distorsiones de la competencia o del comercio intra-comunitario. Pero, ¿qué mayor ineficiencia hay, qué mayor fallo de mercado, que el daño al medio ambiente?. El principio de “no causar daño” (no-harm) debería formar parte del control de las ayudas estatales.

La decisión del Tribunal de Justicia Europeo en el caso Hinckley Point C ha debilitado esta cuestión, pero sería deseable que la Comisión Europea se apoyara en todas las disposiciones del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) sobre protección del medio ambiente para garantizar que ninguna ayuda de Estado perjudique al medio ambiente. Y si ello no es posible, que promueva los cambios legislativos necesarios. Este sería otro poderoso canal a través del cual el control de las ayudas de Estado podría contribuir al Green Deal, y a la recuperación.

Natalia Fabra es catedrática de Economía en la Universidad Carlos III de Madrid

Este texto fue publicado por Natalia Fabra en Climate Strategic Initiative el 16 de febrero de 2021

 

El ‘Green Deal’ necesita más competencia, no menos

Recientemente se ha abierto en la Unión Europea un debate interesante, pero no exento de riesgos: ¿Se deben modificar las normas de defensa de la competencia para contribuir al Pacto Verde Europeo? El pasado 4 de febrero la Comisión Europea organizó una conferencia en torno a esta pregunta, sobre la que académicos, sociedad civil, empresas y representantes políticos debatimos en torno a cuatro grandes ejes: ambición política, innovación, acuerdos restrictivos de la competencia y fusiones, y ayudas de Estado.

La conclusión fue unánime: la política de defensa de la competencia puede y debe jugar un papel fundamental para alcanzar los objetivos en materia de clima y energía. Si la regulación y la fiscalidad juegan su papel para que las empresas incorporen a sus decisiones los costes y beneficios medioambientales que generan, la competencia puede convertirse en una vía eficaz para la mejora de la sostenibilidad. La competencia incentiva a las empresas a innovar para reducir el uso de recursos, para desarrollar nuevas vías de descarbonización, para idear productos más sostenibles. Y todo ello, en beneficio de los consumidores y de la sociedad. La función social de la competencia merece ser puesta en valor.

Hay quienes abogan por una relajación de las normas de competencia. Esgrimen que la innovación necesita que los rivales cooperen. Pero el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, a través de su artículo 101(3), ya contempla exenciones al permitir acuerdos restrictivos de la competencia, siempre que los beneficios superen los costes, que no haya alternativas menos costosas, y que los consumidores obtengan una participación justa de los beneficios. Ir más allá abriría la puerta a un greenwashing que podría justificar, indebidamente, violaciones de las normas de competencia. Si a los rivales se les permite cooperar, existe el riesgo de que no se limiten a hacerlo únicamente sobre cuestiones que favorezcan la sostenibilidad. Podrían también acordar precios o coordinarse para retrasar la adopción de tecnologías limpias, como ocurrió en el cartel de los camiones o en el de las empresas automovilísticas alemanas (BMW, Daimler, Volkswagen, Audi y Porsche), actualmente bajo investigación. Existe un peligro cierto de que los carteles, si se les deja, se escondan tras la etiqueta verde.

En el ámbito de las ayudas de Estado también hay posiciones enfrentadas. Hay quienes abogan por una mayor flexibilidad para que los recursos públicos fluyan hacia actividades que contribuyan a la sostenibilidad, o para paliar los efectos adversos de la transición energética sobre ciertos colectivos. Pero estas posibilidades no solo ya están contempladas por la normativa de ayudas de Estado, sino que es precisamente esta norma la que favorecerá un mejor uso de los recursos, permitiendo que se puedan llevar a cabo más, no menos inversiones. Por ejemplo, las directrices sobre ayudas de Estado en materia de clima y energía han sido muy efectivas al promover el uso de mecanismos competitivos, como las subastas, que han contribuido a reducir los costes y los precios de las energías renovables. La muestra más reciente es la subasta de renovables en España. Las directrices, en proceso de revisión, deberían no obstante incorporar algunas matizaciones, como la de permitir una interpretación correcta del principio de “neutralidad tecnológica” para promover la diversidad de tecnologías y además evitar que los recursos públicos se disipen en forma de rentas excesivas.

Más allá de estas cuestiones, existe cierta controversia sobre si las ayudas de Estado deben (y pueden) incorporar cierta “condicionalidad verde”, similar a la ya incorporada al fondo de recuperación europeo. Resulta contradictorio que por una parte la UE lidere la lucha contra el cambio climático, y por otra permita que los Estados asignen recursos públicos a actividades contrarias a sus objetivos medioambientales.

El control de ayudas de Estado pretende evitar que se financien actividades ineficientes que distorsionan la competencia o el comercio europeo. Pero, ¿hay mayor ineficiencia, mayor fallo de mercado, que el daño sobre el medioambiente? Como defendió el vicepresidente de la Comisión Frans Timmermans en la apertura de la conferencia, el principio de “no causar daño” debiera estar presente en la concesión de ayudas de Estado, cuestión que compete a los legisladores.

La defensa de la competencia es también, junto a la defensa del medioambiente, una seña de identidad europea. Nuestra mejor contribución a la lucha contra el cambio climático es que sigamos liderando, como hasta ahora, con el ejemplo.

Natalia Fabra es catedrática de Economía en la Universidad Carlos III de Madrid

Este artículo fue publicado en EL PAIS el día 9 de Febrero de 2021.